Llevaba bastante tiempo sin escribir un cuento. Quizá porque no me había apetecido (y no me gusta escribir sin ganas). Si no quieres leerlo on-line, siempre puedes descargártelo [pdf] Pues adelante con él:
Nadie más que Marcos
Se miró en el espejo. No le gustó lo que éste le devolvía. Un rostro deformado por aquella mano… Aquel puño pareció buscar su ojo desesperado, deseoso de lacerar el miedo que su dueño sentía. Su dueño; Raúl. Raúl le había producido aquel moratón con su puño mientras un coro de personas lo animaban… Y fue el miedo el que lo impulsó. Sí. El miedo a la nada, el miedo a no ser nada. Volvió a mirarse el rostro… ¿Quién era él? Marcos, 14 años, un mierda, un nada, un Don Nadie. ¿No era eso lo que le decían todos? Sí. Era como si ahora mismo los oyera: <<Mirad, ahí está el mocoso de Marquitos. No sirve ni para limpiarse el culo con él>> <<Mierda de perro. Huele, huele. No sé cuál es más mierda de los dos, si la del perro o tú>> <<Ah, ¿pero estabas ahí?, es que hasta el aire vale más que tú>>… Sí, estaba seguro, Raúl le había pegado porque no quería contagiarse de la nada, no quería ser un nadie, no quería ser un cero… como él. Le había pegado porque tenía miedo de serlo en el fondo… La rabia se dibujó en su cara, pero pronto dio paso a la impotencia. El revoltijo de emociones que anidaban en su interior le daban un aspecto todavía más horroroso si cabía. Toc, toc, toc. ¿Toc, toc, toc?
-Marcos, ¿estás ahí? Venga, hijo, vamos a cenar. No te retrases.
-No tengo hambre, mamá. Hoy he tenido un día muy cansado. Me voy a acostar. No te preocupes. Ya bajaré luego si eso -Era difícil disfrazar las palabras con la despreocupación.
-¡Qué bobadas son esas! ¿Para eso me molesto yo en hacer cena? Tu padre que tiene mucho trabajo y que no puede venir, tu hermano que cena fuera con unos amigos, tu hermana…
Cuando su madre se ponía así lo mejor era desconectar. No necesitaba escuchar sus problemas. Bastante tenía con intentar ocultar los suyos… No sabía cómo pero su familia no se podía enterar de aquello. No quería. Ahora sólo quería acostarse y olvidar, soñar que era alguien y evadirse de la vida. La vida, la asquerosa vida. Si fuera un poco más valiente… Pero por ahora sólo podía escapar mediante el sueño de la noche. Le encantaba la noche, cuando podía estar solo. Le encantaban sobre todo las noches estrelladas. A veces se imaginaba encontrarse en otro planeta, un planeta aún desconocido por el Ser Humano, un planeta para él solo. Era extraño, pero cuando miraba a la negra bóveda salpicada de luces se sentía grande, como si formara parte de ella, de su infinitud. Era maravilloso. Pero hoy ni siquiera eso lograba levantarle el ánimo. El puño de Raúl le golpeaba una y otra vez, el coro de risas le entraba por los oídos una y otra vez, el mismo pensamiento una y otra vez, la nada una y otra vez…
-¿Marcos? ¿Vienes a dar un paseo con nosotros?
Marcos abrió los ojos desmesuradamente. ¿Estaría soñando? ¿Acaso no era un dos el que le hablaba? Se pellizcó y sintió dolor. No, no era un sueño. ¿O sí? En los sueños también se sufre y se tiene miedo, aunque luego al despertar nos percatemos de que todo es una ilusión. No, desde luego aquello era un sueño. Los doses no hablan, ni tienen piernas, ni brazos, ni ojos, ni son de color verde…
El dos le miraba impaciente, como esperando una respuesta. Fue entonces cuando los vio. Detrás, a los lados, por todas partes. ¡Números! Y todos hablaban y se reían. La mirada de curiosidad era recíproca. Los números tampoco habían visto un humano en mucho tiempo.
-¿Te piensas quedar ahí pasmado toda la Eternidad? ¡VAMOS!
El dos se impacientaba. Marcos los empezó a seguir como en un trance. Ahora que los veía más de cerca, y a pesar de que no era muy observador, se dio cuenta de que sólo estaban los números naturales del 1 al 9. La razón se la dio el dos, el que le había hablado al principio, porque había unos cuantos:
-Eso se debe a que estamos en Naturalandia, el país de los números naturales. Si quieres formar cualquier número natural sólo nos tienes que coger y colocar en determinado orden… Pero eso ya lo deberías saber, ¿o es que no te enseñan “Mates” en la escuela?
Marcos empezaba a sentirse muy a gusto, como pocas veces. ¡Ya podía durar el sueño toda su vida! En este mundo no era un Don Nadie; al contrario. No había dígito que pasara a su lado sin ofrecerle aunque nada más fuera una mirada de asombro y curiosidad. Empezaba a sentirse como un rey y orgulloso de sí mismo. ¡Qué pena que no estuvieran ahí sus padres para verlo!
Pero pronto la escurridiza felicidad dio paso a la duda y un negro pensamiento oscureció su corazón. En realidad lo que movía a aquellos números, lo que les hacía levantar la vista a su paso era simple curiosidad. Una vez que todos los habitantes de aquel país le hubieran visto un par de veces… volvería a ser una nada. ¡Incluso igual hasta había un Raúl para propinarle una paliza!
Quizá fueran estos pensamientos los que susurraron al oído de Marcos que algo faltaba en aquella sopa de números. Algo faltaba. Sí. De eso estaba seguro. Había una pieza del rompecabezas que no encajaba, pero, ¿qué era? Nada, no se le ocurría nada. Nada, nada, nada… ¡Ah, sí!¡El cero! ¿Dónde estaba el cero? El dos le había dicho que estaban todas las cifras necesarias para formar cualquier número natural, pero no era cierto. Todavía no había visto ningún cero. ¿Cómo era posible?
En ese momento unos sollozos le hicieron levantar la mirada. ¡Ahí estaba! Un cero se encontraba en un rincón, acurrucado, sonándose los mocos. ¿Cómo no lo había visto hasta entonces? Por alguna razón ese pequeño ser con patas le había recordado a él. Se acercó lentamente, con mucha calma. No quería que pensara que lo iba a pegar o algo así. Hasta que no estuvo a dos pasos de él no se atrevió a abrir la boca:
-¿Qué te pasa, pequeño?
-Naaadaa -dijo el cero entre sollozos.
-Vamos, a mí me lo puedes contar
-Coontar… ese ees el probleeema. Yo no cuento para naadie y nadie cueenta coonmigo: 1, 2, 3… ¿lo ves? No hay cero que valga, la cuenta empieza en el uno.
-Tienes razón -,dijo Marcos sintiéndose un poco culpable de no haberse acordado él tampoco de aquel pequeñín -pero tú eres importante, muy importante; es más, podríamos decir incluso que eres más importante que todos los demás.
-¿Sí? -preguntó entre dudas el cero -pues no sé la razón. No te entiendo. Me siento inútil en este mundo, desplazado.
Antes de que Marcos pudiera decir nada, una nueva voz se dejó oír. Una hermosa voz de mujer; bueno, en realidad era la voz de una cero:
-¿Qué haces ahí tirado, pequeño? ¿Dónde está tu madre?
-No sé dónde está mi madre. No quiero saber nada de nadie. ¡Dejadme todos en paz!
La cero, lejos de amilanarse, pareció dar en el centro de la diana del dolor que sentía el pequeño:
-Te sientes inservible, ¿verdad? Sientes que no sirves para nada.
-Sí, ¿cómo lo sabes?
-Porque yo también soy una cero, ¿recuerdas? ¿Quieres que te cuente un cuento?
-Bueno
La lengua de Marcos parecía hipnotizada por las palabras, por el diálogo entre los dos ceros, de tal forma que no había sido capaz de pronunciar nada. Él también estaba deseoso de oír el cuento:
-Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un país llamado Naturalandia, pero este país no era como ahora. Sus habitantes no se parecían a los de hoy en día. Me sería muy difícil describirte su forma y sus nombres, por lo que los llamaremos nombrándolos por las letras del abecedario. A representa lo que hoy conocemos como uno, y el resto de letras se corresponden, en orden, con las distintas potencias de 10, es decir, B se refiere a 10, C se refiere a 100, D se refiere a 1000… En esos días tampoco se contaba como ahora. Veamos unos ejemplos, a ver si averiguas qué pautas se seguían:
2 = AA
13 = BAAA
15237 = EDDDDDCCBBBAAAAAAA
-¡Sí, ya lo veo! -contestó el cerito muy contento -lo único que hay que hacer es sumar todos los símbolos teniendo en cuenta su valor.
-Muy bien, ¡qué listo eres! -pues sigamos. Los dígitos de aquellos días estaban muy contentos, y la mayor parte del tiempo se dedicaban a formar números, pero lo cierto es que muchas veces era muy engorroso construir ciertos números. Imagínate, por ejemplo, la de habitantes que tenían que participar para formar el 9999999999. Aquí, en la Naturalandia actual, sólo tendríamos que usar 10, pero en la antigua debían buscar nada más y nada menos que a ¡90! Y no digamos lo difícil que se hacía también realizar operaciones aritméticas de cualquier tipo. Imagínate una multiplicación.
-Debía de ser muy complicado
-Sí, si que lo era; por esa razón, con el paso del tiempo, se inventó otro sistema de numeración que resolvía algunas cosas, pero que no era mucho mejor que el anterior. Del anterior sistema de numeración aditivo se pasó a otro multiplicativo. Los dígitos cambiaron su significado. El A siguió representando al 1, pero del B al I pasaron a representar, en orden, a los números del 2 al 9. Las potencias de 10 se quedaron en manos de las letras J a Z. En este sistema se representaban los números así:
2 = BA
5 = EA
21 = BJA
201 = BKA
365 = CKFJE
-Uhm, no sé, no lo pillo aún
-Fíjate en que te he dicho que este sistema es multiplicativo. Fíjate también en que cada número tiene como mucho el doble menos uno de símbolos que en la numeración actual.
-Ehh, espera… ¡Sí, ya sé! Se multiplica cada potencia de 10 por el valor del símbolo que la precede y se suman los resultados junto con las unidades. Por ejemplo, los símbolos que aparecen en 365 tienen los siguientes valores:
C = 3
K = 100
F = 6
J = 10
E = 5
Y lo que se hace en realidad son las siguientes operaciones: 3 x 100 + 6 x 10 + 5, que da un total de 365.
-¡Muy bien! Veo que estás muy atento… También te darás cuenta de que este sistema mejora al anterior en algunos aspectos: no hay que usar tantos símbolos, pero sigue habiendo problemas para realizar operaciones aritméticas de una forma sencilla. De todas formas eso no es todo. Si hay una cosa que ha perdurado a lo largo de la Historia de nuestra ciudad es el disfrute por construir números. En esta época, por lo tanto, nada había más interesante que crear y crear números. Números y más números. Pero un negro día corrió su telón sobre Naturalandia; ese día se les ocurrió construir el siguiente espécimen: 10000000000000000000000000000… y se dieron cuenta de que no sabían. Ese día las campanas de la iglesia tocaron a reunión y todos los ciudadanos se desplazaron hasta la Plaza Mayor para discutir el asunto. Todos estaban muy consternados. Nunca se habían dado cuenta de que no podían elaborar todos los números que quisieran. Y el problema era que, aunque buscaran un símbolo adecuado para esa bestia numérica desconocida hasta entonces, siempre habría más y más números que no podrían representar.
¿Qué hacer? Esa pregunta viajó con el viento y se introdujo en los hogares y en las cabezas de los habitantes de Naturalandia durante muchos y muchos años, muchos y muchos siglos… hasta que un día un ¡eureka! resonó como un trueno por toda la ciudad. A alguien se la había ocurrido una brillante idea. Esa idea ponía en orden los problemas de los anteriores sistemas de numeración… y nunca mejor dicho, porque el orden fue lo relevante de este sistema, que pasó a denominarse sistema de numeración posicional. ¿En qué consistía la idea? La idea tenía que ver con la irrelevancia del uso de símbolos para las potencias de 10. Si no hacía falta representar las potencias de 10, entonces se podría construir cualquier número natural imaginable. Volvamos a los ejemplos anteriores. Por ejemplo al 365. ¿En realidad eran necesarios los símbolos K y J? Hasta ahora lo habían representado como CKFJE pero, ¿y qué pasaba si lo representaban como CFE? En este caso el orden es el que nos indica por qué potencia de 10 hay que multiplicar.
-Sí, lo entiendo, pero me surge una duda. ¿Y qué ocurría con el 21 y el 201 de los ejemplos anteriores? ¿Cómo los diferenciaban?
-Veo que te me has adelantado. ¡Ahí quería llegar yo! Pronto ellos descubrieron que el recién inventado sistema tenía un problema. ¿Qué pasaba cuando no teníamos especimenes de una determinada potencia de 10? Si sólo atendemos a lo que te dije antes, el 21 quedaría como BA y el 201 se escribiría de la misma forma. ¿Qué hacer para solucionar esto? Al principio lo solucionaron dejando un espacio para “llenar” ese hueco, es decir, el 21 se escribiría BA y el 201 B A, pero esto era casi como un remiendo que pronto se descosía: cada uno hacía el espacio tan grande o tan pequeño como le apetecía y a veces era difícil interpretar cuándo había espacio y cuándo no lo había; además, ¿cómo distinguir entre 2 y 20? Aquí las cosas se complicaban.
Otra vez Naturalandia se sumió en el caos. Muchos dígitos decidieron abandonar la ciudad, ya que no pintaban mucho allí: las letras desde la K a la Z, las que representaban las potencias de 10. El resto se quedó, pero cada día que pasaba los habitantes estaban más cansados. Miraban al cielo con adoración, esperando que un Dios desconocido les salvara de su aflicción. Y aunque te parezca raro, sus oraciones fueron oídas. Un hermoso día de primavera llegó Él. Llegó montado en un enorme caballo blanco, cuyas crines relucían de gozo al contacto con el bondadoso Sol. No, no era un dios, pero les traía la solución a sus desdichas. Las campanas de la iglesia volvieron a repiquetear, esta vez con alegría, y la Plaza Mayor se llenó de esperanza y de gente. Y, ¿sabes lo que les dijo?
-Pueeees… no. ¿Qué les dijo?
-Les dijo que su problema estaba en que no llenaban ese espacio. Aunque ese espacio representara la nada, la nada les seguiría realizando jugarretas hasta que su espacio no fuera ocupado por un símbolo, un nuevo símbolo. Luego, para mostrar mejor a los ciudadanos lo que quería decir, les propuso crear el número 10. Cogió a una A y él se puso a su lado, llenando ese hueco que tantas desgracias les había traído. Y, ¿sabes qué? Tú eres uno de los descendientes de ese ser que un día llegó a Naturalandia para salvarla. Sí, porque ese ser no era nada más ni nada menos que… ¡Un cero! El primer cero de la historia… Y desde entonces hasta ahora el sistema posicional se ha seguido manteniendo, pero se ha seguido manteniendo gracias al cero. Sin él seguro que habría desaparecido. Y bueno, no hace falta que te diga lo bien que se realizan las operaciones aritméticas con esta nueva representación, mucho mejor que con las otras. ¿Te ha gustado el cuento?
-Sí, gracias, eso me alivia un poco, pero no es nada más que un cuento
La cero no pudo por más que echarse unas carcajadas:
-No te ofendas, pero es que todo lo que te he contado es cierto, más o menos. He hecho algunos cambios, pero en esencia es así como ocurrió.
-¿Y por qué tengo la sensación de que todos me miran raro?
-Bueno, el cero es diferente al resto, es cierto, pero es muy especial. Si la gente te mira raro es porque eres raro, pero deja que te cuente otra cosa… ¿Sabes? En realidad la mayoría de los otros símbolos son superfluos, en verdad podemos decir que están más vacíos que tú, porque no tienen una función esencial. Si existen las cifras del 1 al 9 es porque nuestro sistema, además de ser posicional, también es de base 10, por eso hay 10 cifras contando el cero, pero también existen los sistemas posicionales de base 2, por ejemplo, y aquí no hace falta nada más que el 0 y el 1… ¡Y no te creas! La base 2 es muy, muy importante. Sin ella no existirían los ordenadores, por ejemplo. Pero esto de las bases mejor lo dejamos para otro día, ¿no crees? Venga, que se está haciendo tarde. ¿Quieres que te ayude a buscar a tu madre?
-Sí, vamos… y gracias. Ya me siento mucho, mucho mejor.
Marcos se quedó absorto viendo cómo se alejaban. Nunca se había percatado realmente de la importancia del cero, de la nada. Y ahora que lo pensaba… sin el vacío no habría letras, sin el hueco del silencio no habría música, sin fondo no habría figura… Su boca empezó a mostrar una espléndida sonrisa que al poco tiempo se transformó en sonora carcajada. De pronto un grupo de números lo levantaron del suelo al tiempo que vitoreaban: ¡Marcos!, ¡Marcos!, ¡Marcos!
-Marcos, Marcos… ¿quieres levantarte de una vez? Vas a llegar tarde.
Esa voz… ¡Su madre! ¡Si era su madre! ¡Oh, no! Otra vez la vida “real”.
-Ya voy, mamá.
Se levantó precipitadamente de la cama y mientras se vestía un sueño golpeaba la puerta de su cabeza sin lograr entrar. ¿Qué era? La duda lo acompañó hasta que metió todos sus libros en la mochila. Durante un momento mantuvo el libro de Matemáticas en sus manos. Parecía como si le quisiera decir algo… En ese instante un folio se deslizó suave y tímidamente desde entre dos hojas del libro y fue cayendo y cayendo. Se rindió al llegar al suelo, mostrando todo su esplendor… y un cero enorme, que pareció sonreír a Marcos. ¡El cero! Ahora recordaba el sueño, el magnífico sueño. Como en el sueño, en su cara se dibujo una sonrisa que se transformó en carcajada.
Y aquél fue el comienzo de una nueva vida para Marcos. Aquella mañana no sabía aún que Raúl y los demás iban a dejarle en paz, porque la luz de su resolución y su entereza era demasiado cegadora como para permitir que nadie le pusiera la mano encima.
Tampoco sabía que con el paso del tiempo se convertiría en un gran profesor de Matemáticas, un profesor querido por sus alumnos y que enseñaba matemáticas, sí, pero sobre todo que enseñaba a quererse, a ser sinceros (aunque no sin-ceros) consigo mismos, a poner todo el amor en lo que se hacía, a respetarse… y lo enseñaba sin palabras; su sola presencia bastaba para aprender tan gran lección.
No sabía que un día alguien se atrevería a inventarle y a hacerle un hueco en medio de palabras llenas de esperanza. Tampoco sabía que su historia llegaría hasta ti y que tú te dignarías a leerla, y quizá, aunque sólo quizá, a hacerle un huequito en tu corazón.
Dedicado a las víctimas del Bullying y a todas las personas que de alguna manera se sienten vacías o fuera de lugar. ¡Es hermoso ser cero! Sólo hay que saber mirar.
Hola, lo primero, felicitarte por este cuento, enseña una lección de vital importancia a los chavales con problemas con sus compañeros u otros personas, lo mas importante es no creer que eres nada, primero por que es mentira y segundo por que si lo crees tu ¿que van a pensar los demás?
Francamente me ha gustado muchísimo tu historia.
Buenísimo, Sara. Ya hace unos días que lo leí, pero hasta hoy no he podido contestar, ya sabes que para leerlo tuve que descargarlo. A ver si este fin de semana me organizo bien y puedo contestar a todo lo que tengo pendiente.
No sé si tendrá algo que ver con el binario, pero creo que,en el fondo, todos tenemos algo de «ceros».
Gracias maklans y da-beat por vuestros ánimos y comentarios.
Sí, yo también creo que en el fondo todos tenemos algo de «ceros».
NO ME GUSTO NDA SU INFORMACION
es muy buena su pajina
todo es jenial
osea eso es informacion
genial
esta bien chido osea we
si es muybuena pagina pero pongan mas informacion
Que bien eso si es saber y aprender